En psicología, el término autoestima se utiliza para describir el sentido subjetivo de «valor» que se otorga una persona. En otras palabras, la autoestima puede definirse como cuánto te aprecias y te gustas a ti mismo, independientemente de las circunstancias.
Existen otros términos asociados. Por ejemplo, muchas veces confundimos autoestima con egocentrismo o egolatría.
Por qué es importante la autoestima
La autoestima afecta a tu proceso de toma de decisiones, tus relaciones, tu salud emocional y tu bienestar general. También influye en la motivación, ya que si tienes una visión sana y positiva de ti mismo, comprenderás mejor tu potencial y podrás sentirte preparado y con las fuerzas para asumir nuevos retos. Te estarás preguntando ¿Cómo sé si tengo una autoestima saludable? Generalmente (no siempre) una autoestima saludable se caracteriza por:
- Eres consciente de tus habilidades
- Construyes relaciones sanas con los demás y contigo mismo.
- Tienes expectativas realistas y apropiadas de ti mismo y de tus habilidades.
- Comprendes tus necesidades y eres capaz de expresarlas.
- No te afecta de una manera exagerada o desmedida un comentario o actitud que puedas interpretar como negativo.
Las personas con baja autoestima tienden a sentirse menos seguras de sus capacidades y presentan muchas dudas a la hora de actuar. Les suele faltar motivación para aventurarse a hacer cosas nuevas porque no creen que sean capaces de alcanzar sus objetivos. No es raro que tengan relaciones disfuncionales y problemas a la hora de expresar sus necesidades. También pueden experimentar bajos niveles de confianza y sentirse desagradables e indignos. Pueden estar en un continuo juicio contra sí mismos.
En el otro punto, tenemos a personas con la «autoestima demasiado alta» o ególatras. Estas personas pueden sobreestimar sus habilidades y sentirse con derecho a tener éxito, incluso sin las habilidades o méritos que lo respalden. No es raro que sean conflictivos en las relaciones y que tengan bloqueos para la superación personal porque están muy obsesionados con verse a sí mismos como perfectos. Impiden cualquier tipo de evolución.
La autoestima y la belleza
Uno de los principales puntos que asociamos con la autoestima es la belleza. La belleza se define de manera diferente según cada persona, aunque suele haber un consenso más o menos común en una mayoría. Es posible que una persona cambie su definición de belleza y elija centrarse en las características físicas que le gustan de sí misma. Esta es una de las maneras en que la belleza física puede tener un impacto positivo en la autoestima. La conexión negativa entre estos rasgos surge cuando la persona se enfoca excesivamente en lo que él o ella cree que son defectos físicos, o bien cuando se centra en cumplir el estereotipo inalcanzable.
También es cierto que las personas con autoestima alta suelen sentirse más atractivas que las personas que tienen baja autoestima. Una persona que se enorgullece de su apariencia es probable que parezca más atractiva que una persona que siente que ni siquiera vale la pena tratar de verse bien. Justo a medio camino entre obsesionarse con la apariencia perfecta y «no cuidarse» es donde se encuentra una autoestima saludable.
Para las mujeres en particular, la belleza y la autoestima están muy vinculadas. Muchas mujeres jóvenes sienten que gran parte de su autoestima depende por completo de juicios externos sobre su apariencia física. Solemos culpar a los medios de este problema, pero todos los grupos sociales generan presiones de este tipo.