Adicción, ausencia de sano juicio como consecuencia de la locura
La coadicción no se considera una enfermedad pero, se pueden desarrollar distintos comportamientos patológicos derivados de la convivencia con un adicto y su adicción:
- Dependencia emocional
- Estrés y ansiedad
- Depresión
Cuando se evidencia el problema de una posible adicción en el familiar a veces no queremos verlo
Se tiende a quererse creer que los drogadictos son los demás que los problemas con las drogas los tienen otros. Asumir la responsabilidad que conlleva reconocer que podemos tener un familiar adicto genera terror, y es este uno de los motivos por los que buscamos justificar el comportamiento del familiar adicto pensando que se le pasará, que no es para tanto…
Buscamos muchas veces estar cómodamente incómodos creyendo que el problema desaparecerá en algún momento, pero, el problema lo que hace es grabarse y sin darse cuenta el familiar ha sido en parte cómplice sin saberlo.
¿Por qué la coadicción puede acabar convirtiéndose en un problema?
Porque la falta de honestidad y sinceridad por parte del adicto conlleva un comportamiento de constante manipulación y chantaje emocional. La adicción es la enfermedad de la mentira, la manipulación y la locura, y los continuos cambios de humor desestabilizan al familiar que vive pendiente de estos cambios de ánimo, sumido en la duda y la confusión como consecuencia de la “montaña rusa emocional”.
La persona adicta busca mecanismos para esconder su enfermedad
Ningún adicto es sincero. Nadie que quiere consumir puede serlo. Los mecanismos que ha creado para asegurarse el consumo se los cree él mismo. Trata de convencer a los demás de lo que él mismo intenta convencerse cada día de consumo.
El adicto se entrena en justificarse día a día, quitándole importancia al problema, diciendo que “no es para tanto, que no es problema”.
¿Por qué la coadicción suele desembocar en un estado de sufrimiento?
El desarrollo de la patología por dependencia emocional se da menos entre padres e hijos y entre hermanos porque no suelen convivir tanto con el familiar adicto (hacen su vida por separado). Esta patología por dependencia emocional suele darse principalmente en las parejas que es con quien el adicto convive realmente.
¿Por qué el adicto no explica a su pareja que su comportamiento en la convivencia va a generar sufrimiento?
El adicto es el primero que no piensa que su comportamiento vaya a ser este: consumir, robar, mentir, manipular e incluso maltratar psicológica y físicamente. No piensa que él sea destructivo y, la pareja tampoco lo piensa. Ninguno quiere pensar en ello, aunque se atisbe esta actitud el familiar o la pareja quiere dar una oportunidad más al adicto y el propio adicto pide otra oportunidad una y otra vez. Los cambios de comportamiento del adicto fluctúan tanto que el caos y la locura golpean sin cuartel al familiar coadicto. Su autoestima se ve cada vez más mermada porque acepta cosas del adicto que no debería, porque quiere creerse lo que en realidad no está sucediendo.
La pareja de un buen adicto lo tiene difícil para escapar de las garras de su pareja enferma por adicción
El adicto sabe muy bien cómo manipular las situaciones, una de sus estrategias (dentro de su propia locura) es dar tres de cal y una de arena, luego pasa a dar dos de cal y una de arena… y, cuando la pareja se da cuenta vuelve a dar tres de cal y ninguna de arena y de esta forma el adicto confunde y hace dudar a su pareja que llega un momento que no sabe si ella misma es el problema, si es ella la que está loca, perdiendo con ello poco a poco su integridad como persona y la confianza en sí misma
Una mujer que vive durante muchos años con un alcohólico en un entorno de manipulación y locura a manos de su marido deja de ser ella misma y pierde su identidad
pasando a vivir por y para apagar fuegos, estar alerta mentalmente para defenderse, protegerse y sobrevivir al siguiente problema (si su marido vendrá o no borracho, si se ha gastado el dinero de la nómina, si llega a casa tarde o no llega, si tiene que mandar a su hijo al bar para traer a su padre…).
La coadicción puede conducir a un estado de locura al igual que la adicción, porque estar con una persona que te maltrata y a la que no puedes dejar a pesar de ese maltrato en parte es locura.
Mas del 60% de las mujeres que han sufrido una vida de maltrato al lado de un adicto tienen la tendencia a elegir parejas similares, es decir, parejas adictas de perfil maltratador.
El adicto es una persona con una alta capacidad para manipular ya que se ha entrenado en ello para poder obtener lo que quiere sea lo que sea por encima de todo.
El miedo provoca un comportamiento en el familiar o pareja del adicto incoherente y acaba condenándole:
Un padre que tiene dos hijos y que su mujer consume, a lo mejor le da miedo quedarse solo, y si a este miedo le añadimos hipotecas, deudas económicas o una situación difícil familiar es fácil que en su propia balanza de supervivencia elija priorizar que la familia no se rompa y protegerse así mismo del caos que supondría la separación y la asunción de las consecuencias.
La madre de un adicto adolescente puede desde su ignorancia e inconsciencia proteger a toda costa a su hijo por miedo a que haga o le hagan daño (principalmente le da miedo que le hagan daño o se haga daño) y este terror la acaba convirtiendo en el apoyo principal y cómplice de la adicción de su hijo. Su instinto de madre prioriza la protección por encima de cualquier otra cosa, incluso, por encima de lo que pueda ser lo más sano, correcto y justo para su hijo. Realmente es una actitud de locura y falta de sano juicio. El perfil de madre suele ser el de la mujer muy permisiva, sumisa y por tanto más débil emocionalmente, y que ha tratado a su hijo como un niño desvalido que es incapaz de autoresponsabilizarse de su acciones.
El coadicto tiene que ser firme, trabajar la comprensión de la enfermedad, pero también debe tener claro que la prioridad debe ser hacer lo que realmente es justo, correcto y saludable independientemente de las consecuencias.
El verdadero amor es decir no al consumo del familiar adicto y estar dispuestos a pagar el precio que implica ser íntegro.
Un acto de amor sería hecharle a la calle si no quiere dejar de consumir. Si quiere de verdad ayuda se le apoyará pero, tienen que estar muy claros los términos y lo que no es negociable bajo ningún concepto si se queda en casa.
El adicto no toca fondo en su adicción porque el familiar o familiares no le dejan.
Mas o menos el 50% de las personas adictas tienen muy difícil recuperarse de su adicción precisamente porque los familiares los protegen, les justifican y le facilitan incluso económicamente el consumo. No están dispuestos a hacer todo lo que deben de hacer para intentar parar la adicción de la persona querida, la negación del problema y su normalización es la forma en la que el coadicto evita enfrentarse a la dura realidad. Si no se le cortan todas las vías de consumo al adicto no habrá posibilidad de recuperación. Mientras le quede un cartucho en la recámara priorizará consumir.
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El adicto necesita límites y muchas veces es lo que más le cuesta al familiar, ponerse en su sitio
La adicción es dejar nuestra vida en manos de una sustancia o una actividad destructiva (juego, sexo…) y la coadicción es dejar la vida en manos de la locura del adicto.
¿De qué manera afecta al coadicto no entender la enfermedad de adicción y por tanto no entender al familiar adicto?
El primero que no entiende la enfermedad es el adicto, el está atrapado en la adicción, pero no significa que comprenda que es una enfermedad, porque que es un estado de locura, no se puede entender, el consumir es locura, el adicto lo que quiere es no pensar en esa palabra “enfermedad” que implicaría “yo ya no puedo consumir”. Al adicto le va a acostar comprender que es una enfermedad y entenderlo forma parte de su recuperación, pero, el familiar es muy posible que nunca llegue a entenderlo, puede apoyar pero racionalmente entender este comportamiento sin sentido es dificilísimo porque la locura no se puede entender, así que una persona que no es adicta más o menos puede sentir cierto control y autocontrol respecto a su vida, el adicto está fuera de control.
No todos los consumidores de sustancias destruyen sus vidas, pero un 15% más o menos por diferentes matices entran en una espiral de autodestrucción y destrucción.
Todo adicto lo que quiere es consumir sin ser enfermo y por ello intenta una y otra vez consumir sin perder el control, aunque el consumo con éxito no existe.