¿Por qué desarrollamos ansiedad por la comida?
La comida se ha convertido en fuente de placer y también de sufrimiento, te explico por qué. Ya sabemos que los alimentos tienen nutrientes que se transforman en energía, combustible para nuestro organismo (un coche sin gasolina no anda, nuestro cuerpo tampoco…) la cuestión es que más allá del sentido básico que tiene el comer para sobrevivir generamos cada vez más ansiedad por la comida; comer por comer y esa sensación que sentimos de necesitar comer todo el tiempo como si lleváramos un alien dentro tiene mucho que ver con el actual modelo social y el estilo de vida que promueve. Hacer cuantas más cosas mejor y a ser posible hacerlas en el mínimo tiempo es uno de los ideales más codiciados. Queremos ser resolutivos, eficientes y eficaces como si fuéramos meras máquinas de precisión, sin tener en cuenta cómo afecta este comportamiento a nuestro estado psicológico, emocional y físico. Deseamos ser perfectos (no tomar malas decisiones y que todo salga como queremos) atrapados en una carrera contrarreloj sin fin con el único objetivo de estar a la altura de las exigencias sociales, profesionales, académicas, familiares, personales,intelectuales, emocionales etc… transforman la comida en una fuente de desahogo y a la vez de contención de las emociones. El estrés nos pasa factura en esta inercia colectiva y es fácil intentar descargarlo comiendo. El miedo que sentimos cuando las situaciones de la vida nos abruman viviendo una situación difícil o dolorosa puede tentarnos a darnos más de un atracón (aunque sea a escondidas). En la cotidianidad de nuestro día a día podemos fijarnos en cómo comemos, solemos hacerlo ansiosamente la más de las veces, como si el tiempo nos pisara los talones, y nos los pise o no tenemos tan interiorizada la prisa para todo para llegar a ningún lugar que tenga sentido trascendental que engullimos la comida como engullimos nuestra vida, sin masticarla, sin parar para poder observar, analizar, reflexionar y tomar consciencia de lo que nos hace daño y hacer lo necesario para cambiarlo. La ansiedad expresada como hambre nerviosa nos invita a revisar nuestra vida y a nosotros mismos.
¿En qué consiste el hambre emocional?
Cualquier hambre suena a carencia, tiene que ver con esa actitud de vida en la que nos comemos la emoción de los demás y se puede transformar en la necesidad de comer a todas horas y/o comer sin hambre o por aburrimiento. Cuando vivimos la vida de los demás y no la propia le damos más importancia a ser queridos que querernos a nosotros mismos. Sentirnos especiales y saber que alguien nos piensa, nos quiere, nos necesita, hace que nos sintamos felices y seguros, protegidos y a salvo y le da sentido a nuestra vida…
Silvia sabe muy bien lo que es verse arrastrada por este apetito emocional compulsivo del otro (familia, amigos, pareja…) para darle sentido a su propia existencia y siente el hambre emocional como carencia afectiva, vacío, dice: necesito más cariño y atención porque no me siento atendida y me invade la tristeza al pensar que mis cosas no son importantes para los demás.
El ejemplo de Silvia es un caso más extremo y evidente de esta hambre de emociones, pero la realidad es que en general vivimos castrados emocionalmente y lo que se reprime se actúa, lo que callamos y tragamos busca expresarse instintivamente porque somos lo que sentimos.
¿Cómo controlar la ansiedad por comer?
Crecer en consciencia es fundamental para superar la ansiedad por la comida. El síntoma es la ansiedad y la comida el elemento que ayuda a paliar, pero el origen de este trastorno psico-emocional hay que buscarlo en nuestro interior para poder identificar y comprender nuestras vivencias traumáticas no sanadas, carencias afectivas o necesidades emocionales no cubiertas que se ven proyectadas en la relación que tenemos con la comida.